La noche del 26 de junio de 2019 Matías Iberra, un joven en situación de calle, fue increpado por dos personas en una plaza del centro de la localidad de Merlo, provincia de Buenos Aires. Lo acusaban de haber hurtado, junto con otras personas, un equipo de mate. Los denunciantes le sacaron su mochila y se dirigieron a la Comisaría Primera de la zona. Matías los siguió hasta la dependencia policial. La policía no encontró entre sus pertenencias los elementos supuestamente hurtados. A pesar de ello, lo demoraron, el fiscal pidió su detención y el juez la convalidó. Le dictaron la prisión preventiva por no tener domicilio fijo. Quedó preso en la comisaría. Cinco días después, el 1 de julio, Matías apareció muerto en otra comisaría, la Segunda de Merlo, a la que había sido trasladado algunas horas antes. Estaba golpeado. Los efectivos policiales de la Comisaría Segunda dejaron constancia de que al recibirlo presentaba rastros de golpes. Sin embargo, un certificado médico efectuado unas horas antes decía que no tenía lesiones visibles. No se alertó a ninguna autoridad de lo ocurrido, ni de las inconsistencias de la documentación. Las comisarías primera y segunda de Merlo fueron allanadas recién el 5 de julio, cuatro días después de los hechos. La investigación para determinar qué sucedió en la Comisaría Primera y por qué los policías de esa dependencia decidieron llevarlo a otra comisaría sigue en curso.